Carabayllo: Municipalidad “infla” costo de proyectos informáticos

Cuando se trata de sacarle la vuelta a la legalidad, innumerables son los recursos de algunos inescrupulosos. De acuerdo a la Ficha Técnica de Programación para Proyectos Informáticos dado a conocer a finales del 2013 y realizada por la Subgerencia de Informática de la Municipalidad de Carabayllo (FORMATO Nº F1 – Ficha Técnica Nº 04) se señala la necesidad de implementar un programa para trámites documentarios vía web, costo presupuestado en S/. 72 mil soles, pero que en realidad sólo costó S/. 51, 300.

A un año de su implementación, nos dimos con la sorpresa de que dicho programa, no habría costado los 72 mil soles, sino la suma de 18 mil dólares, es decir S/. 51,300 soles. Entonces, la pregunta a formular es ¿a dónde fue a parar ese excedente de casi  S/20.700 soles que presupuestó la Subgerencia de Informática del municipio de Carabayllo?

Respuesta que bien nos la podría dar el señor Sergio Manuel Morillo Cuya, subgerente de Informática de dicha comuna. También le preguntaríamos a Morillo por el Plan Informático 2014, en el que se presupuesta 437,000 mil soles para la compra de 12 impresoras, 5 scanner, 5 fotocopiadoras, 60 computadoras y 5 servidores ¿No es mucho dinero por esos equipos? ¿Necesita la municipalidad de computadoras nuevas? ¿Pretenden estrenar esos equipos para no “desentonar” con el nuevo local municipal? ¿El verdadero costo lo sabremos después de un año?

Por lo visto, en la comuna de Carabayllo se estaría implementando la política de “sobrevalorar todo”, no olvidemos que en el año 2012, Percín Deza Ureta, suspendido regidor de dicha casa edil, demandó penalmente al alcalde Rafael Álvarez Espinoza y su amiguísimo Angel Wu Huapaya, por la sobrevaluación de 300 sillas plásticas, 40 computadoras y 10 motos lineales, cuyos precios excedían el 100% del costo real y que terminó en un proceso judicial en la Fiscalía Provincial Corporativa Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios de Lima Norte. ¿Se repite la historia? ¿Hasta cuánd0?

Por:  Pablo Boggiano